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Dos semanas en la Tierra Media (Parte 4)

Ya casi un mes de que regresé y no termino de contar acerca de todo el viaje, y por si se lo preguntan, la respuesta es no. Este post aún no es el último, pero los puedo decir que es el penúltimo. Antes de hacer cada post me pongo a elegir las fotos que me gustaría agregar y con eso me baso para escribir los relatos.

Y bueno si quieren empezar a leer esta historia desde el principio, aquí los links: Parte I, Parte II, Parte III.

Y como nos habíamos quedado en medio del carretera, nos adelantamos hasta el primer destino del cual escribiré.

Queenstown

Básicamente esto lo dice todo:

«No-one’s ever visited Queenstown and said, ‘I’m bored’.»  –Lonely Planet

Esta cita la vi en el tumblr de alguien más, pero me pareció muy oportuno incluirlo aquí. Y es que Queenstown es una ciudad pequeña junto a un lago. Pero como sus propios folletos la describen, es La Capital Mundial de la Aventura. Y después de estar ahí por tan solo 2 días, yo creo que sí lo es. Básicamente puedes hacer de todo lo que se te podría ocurrir, desde una caminata tranquila junto al lago, o cualquier tipo de deporte acuático, hiking, escalada, parepente, paracaídas, incluso skii y snowboarding en invierno, y por supuesto es la cuna del bungy. Por si esto fuera poco es de la ciudades más animadas de todo el país, donde encuentras gente a todas horas del día y de la noche en la calle haciendo algo interesante.

Nuestra primer parada en esta ciudad era uno de los tan esperados tours de la película El Señor de los Anillos. Aunque la verdad, este fue un poco decepcionante. Nos subieron a una camioneta llamada LGOLAS

Placas de la camioneta del Tour

Placas de la camioneta del Tour

Y primero nos dieron una vuelta por un de los lagos cercanos, lo cual hubiera resultado ser totalmente intrascendente, excepto por la siguiente imagen:

pony-bike

De la cosas más random que he visto alguna vez. Pero bueno, siguiendo con el tour, nos llevaron a unos lugares donde nos señalaban unas montañas y nos ponían una foto de una escena y nos decían que eran las mismas montañas. Lo cual era cierto.. pero no muy emocionante. También vimos el lugar donde estaba la torre de Sauron (creo) y resulta que en ese mismo lugar habían filmado la película de X-Men Origines: Wolverine, específicamente la escena donde explota el granero y hay un persecución en motocicleta. Ah sí, otra cosa que también me gusto fue ver el árbol donde se inspiraron para crear a Bárbol (Treebeard) en la película:

Barbol (Treebeard)

Bárbol (Treebeard)

Después de eso y de visitaro algunos otros lugares de las películas, nos dieron capas y espadas para jugar y pelearnos. Lo cual si fue entretenido, pero insisto que no era la idea del tour.

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/* Nota al margen del viaje: La semana pasada descubrí que puedo comprar espadas reales y armaduras y todo eso en Internet, y además que existe algo llamado LARP (Live Action Role Playing), es como jugar D&D, pero en un escenario de verdad y con artículos reales */

Y básicamente eso fue el tour. Regresamos al hostal, que fue uno de los mejores del viaje, pues si no me equivoco fue el único con internet gratis e ilimitado. Y antes de que cayera la noche salimos a recorrer  las calles de Queenstown en busca de comida. Y, ¿recuerdan las Hell Pizza, del post pasado? Pues aquí comimos en las Devil Burgers! Había buena chela y la comida también era excelente. Aunque resulta que en Queenstown el lugar más famoso de hamburguesas es Fergburger.. y nunca me enteré bien por qué, pero intentamos ir y había DEMASIADA gente. La historia del lugar, si mal no recuerdo empezó como la comida para junkies y borrachos después de que todo había cerrado, ni siquiera era un local, pero su fama fue creciendo bastante.

El siguiente punto dentro de Queenstown fue subirnos al teleférico y disfrutar de la vista de la ciudad antes (y después) del anochecer.

Queenstown de día

Queenstown de día

Queenstown de noche

Queenstown de noche. ¿Adivinan dónde es el centro?

Después de eso tuvimos tiempo de ir por unas chelas y a dormir. Aunque como desde hacía mucho tiempo no tenía internet, aproveche un rato para ponerme al día, en eso otro huéspedes comenzaron a ver una película en el lounge, Eurotrip, que yo no diría que es muy buena, pero tiene un poco el sentimiento del viajero (combinado con la siempre innecesaria estupidez de muchas gringas).

Al siguiente día había que levantarnos temprano, porque olvide mencionar que antes de que terminara el día aparte mi lugar para saltar en bungy a la mañana siguiente.

Bungy

El bungy fue tomado de una práctica sagrada maori y fue adaptada hasta convertirla en lo que es hoy. Queenstown fue en donde se inventó, no por los maoris, pero por las personas que descubrieron lo divertido que podía ser y que decidieron aventarse de un puente por primera vez. Y en ese mismo puente donde fue el primer salto, el Puente sobre el río Kawarau, con una altura de 43 metros de donde decidí sería también mi primer salto.

La idea de saltar en bungy me habría rondado mucho antes de mi primer salto con paracaídas que fue en el 2008. Sin embargo en México había escuchado muchas historias de terror de gente que quedaba muy lastimada de la espalda, ya que saltaban con equipo de escalada que es como justamente no se debe hacer. Y desde entonces no se había presentado la oportunidad, pero Nueva Zelanda fue un lugar que me dió tanta confianza, que la verdad no dudé en tirarme al vacío. La sensación es completamente distinta al paracaidismo. Cuando me tire del avión sentí como si estuviera flotando sobra las nubes. En el bungy sentí algo que ya había sentido en alguna montaña rusa, cuando vas en caída libre, solo que aquí no hay un riel que seguir y que te levante. Sientes como vas cayendo y la fuerza del aire aumenta, como si estuvieras a punto de ponerte el madrazo de tu vida. Y a pesar de todo ser tan rápido, lo sentí más largo y tuve tiempo de pensar en cada detalle de lo que veía y sentía. Antes de saltar me preguntaron si quería tocar el agua, y pues por qué no. Y así fue:

3.. 2.. 1.. ¡Jump!

3.. 2.. 1.. ¡Jump!

Waaaaaaaaaaa

Waaaaaaaaaaa

¡Splash!

¡Splash!

Y así de rápido pasó todo. Había muchos turistas en el puente tomando fotos de todo y luego varios se tomaron foto conmigo ya después de saltar. Y como de costumbre era hora de salir corriendo a nuestro próximo destino, Wanaka… excepto que empezó a llover bastante.. y ya que nuestra ruta incluía puros sitios panorámicos, pues nos quedamos sin nada que hacer, pero en eso nos topamos con… ¡Puzzling World!

Puzzling World

Este es un lugar que le encantaría visitar a mis amigos Mariño y Moi, que son tan fans de los puzzles físicos. Esto es como un gran museo interactivo de puzzles. Hay un gran salón con mesas y muchos acertijos en cada mesa para entretenerse. Perfecto para un día lluvioso, además de que tienen algunas salas con ilusiones ópticas, hologramas, y algo como la casa de tío chueco. Una de sus atracciones principales es un laberinto de verdad, donde tienes que encontrar las 4 esquinas y luego encontrar la salida. Y a pesar de la lluvia decidimos salir a completar el laberinto que nos tomó como 30 min. Por cierto el laberinto tenía ciertas salidas de emergencia por aquello de la gente con poca paciencia o claustrofóbica.

Puzzle World

Puzzling World

Laberinto

Laberinto

Encontré la salida

Encontré la salida

Y si no me creen que enconté las cuatro esquinas, lo pueden verificar en las fotos que subo en Facebook y G+. Por cierto, aquí volví a enfrentar a mi cámara contra el agua, y sobrevivió.

Fox Glacier

Otro maratón en carretera y llegamos al Fox Glacier. Geográficamente está justo atrás de Mt. Cook, sin embargo la única manera de llegar de un a otro es o rodear por carretera manejando mucho kilometros o por helicóptero. Este glaciar es uno de los más famosos, junto con el Franz Joseph (que creo es más famoso), pero nosotros decidimos venir a este.

El hike fue de unas 4 horas ida y regreso. Primero llegamos en camión, luego caminamos a lo largo de un río para acercarnos al glaciar. Ahí te enseñan varios derrumbes los cuales solían ser los caminos al glaciar, también nos contaron de como este ha ido reduciendo su tamaño con el tiempo. Antes de salir nos dieron botas y crampones adecuados para caminar sobre el hielo.

A pesar de que lleve mi cámara con su pila y 2 pilas de repuesto al viaje, mi cámara decidió tomarse el día. Vió el glaciar, le dió frió y se apagó.. yo temía que tanta lluvia la hubiera descompuesto, pero afortunadamente mi celular me salvó para tomar fotos, además de que mis primas tambien llevaban cámaras.

La única foto que tomó mi cámara

La única foto que tomó mi cámara

Me gustó caminar sobre el hielo y sobre las escaleras que esculpen sobre el glaciar cada mañana para que los turistas podamos subir. En este viaje fue el más tenso para mis primas. Marce que le tiene miedo a caerse cuando esta en cualquier tipo de piedra, escalera o montaña y Coss, quien la iba deteniendo durante todas las horas que duró la caminata, por lo que a mi parecer se merece una medalla. Por esa misma situación yo me encargué de documentar con fotos.

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Para mi este fue un lugar relajado, con una muy buena vista y haciendo algo que nunca había hecho antes. Todo un éxito, digo después de lo nublado de Milford Sound y de las lluvias en Wanaka, ya nos tocaba algo que saliera como planeado.

En este punto ya estamos en la costa oeste de la isla sur. Y manejaríamos toda la costa hasta llegar al parque natural Abel Tasman. Pero nuestra primera era para pasar la noche en una pequeña ciudad llamada Greymouth, donde encontramos el MEJOR HOSTAL en el cual me haya quedado alguna vez, a pesar de que el internet no era gratis e ilimitado.

Greymouth

Llegamos directo al supermercado por provisiones. Y de ahí a buscar nuestro hostal. Por fuera no se veía como mucho, y la ciudad tal como su nombre lo indica se veía un poco gris. Pero al llegar al hostal todo cambió. He aquí mi review en Trip Advisor (en inglés). El hostal te presta kayaks y bicis gratis. Nos dijeron que el atardecer se ve muy bien pero que había que correr, entonces Coss y yo tomamos las bicis intentando llegar al muelle donde era famoso ver el atardecer. Aunque no conocíamos la ciudad teníamos un mapa y pues a la aventura. Nos perdimos… y no llegamos a tiempo, pero eso no quiere decir que no nos haya tocado disfrutar por lo que habíamos salido a buscar.

Atardecer en Greymouth, NZ

Atardecer en Greymouth, NZ

Ahora sí, al siguiente día partimos a manejar por el tramo de carretera que es considerada como entre una de las 10 con mejor vista en todo el mundo.

Punakaiki (alias «Las rocas Hot Cake»)

Una de las paradas intermedias fue visitar las rocas Hot Cakes, o Pancakes.. y por qué se llaman así, pues vean:

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Si ven la segunda foto y les parece reconocer ciertas siluetas o formas, no es que esten locos, pero en realidad mucha gente lo ha notado, he aquí una guía de las formas que pueden encontrar.

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Y después de esto todo fue carretera, la vista si era muy buena, pero el clima estuvo un poco gris y nublado, por lo que las fotos no logran captar nuestra percepción del lugar. Y pues por qué no, otra razón para regresar.

Swing Bridge

De ahí fuimos a Fould Wind Cape, un faro, y luego pasamos por un puente colgante que era el más largo de Nueva Zelanda o algo así. No era tan alto, pero era emocionante. Era muy angosto y se movía mucho. Yo me divertí aterrorizando a mi prima que le tiene miedo a las caídas.

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Por cierto, este puente me recordó mucho a uno que crucé cuando estuve en Vancouver, Canadá, el Capilano Suspension Bridge.

Camino a Golden Bay

De ahí seguimos manejando toda la tarde hasta que llegó la hora de llegar al hostal. Otro hostal a la mitad de la nada, sin dirección que le pudiéramos poner al GPS. solo sabíamos que ibamos en dirección a Golden Bay, pero nada más, sin señal en el celular.

Derrepente la carretera comenzó a subir por una montaña con curvas muy cerradas, que requerían vueltas de casi 180° y en una carril al lado del barranco. Muy interesante la carretera, y además sin saber a dónde íbamos realmente. Luego de pasar la subida, la bajada no fue más fácil, pues había que volver a bajar todo por un camino muy similar. Una vez abajo de la montaña logramos conseguir señal en el celular para hablar al hostal y preguntar por direcciones. Y con un sentimiento ya familiar nos encontramos manejando por terracería, en un camino de un solo carril de doble sentido, de noche, a mitad de la nada. Eventualmente llegamos. Un hostal muy «amistoso con la naturaleza» por llamarle de algún modo, aun así la vista en la mañana nos volvió a sorprender como pasó cuando estábamos en camino a Milford Sound (ver Parte III).

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Y…. creo que este post ha sido bastante largo, creo que me emociono un poco escribiendo olvidando que si escribo más ya ni yo lo leería. Y aun hay varias cosas que contar, pero ya estos son los últimos días del viaje así que yo creo que con una entrada más podré terminar de relatar esta aventura.

Continuará… (Parte V [FINAL])